EL GATO BANDIDO

  Michín dijo a su mamá,
voy a volverme pateta,
y el que a impedirlo se meta
en el acto morirá.

  Ya le he robado a papá
daga y pistolas; ya estoy
armado y listo; y me voy
a robar y matar gente,
y nunca más (¡ten presente!)
verás a Michín desde hoy.

  Yéndose al monte, encontró
a un gallo por el camino
y dijo: <<a ver qué tal tino
para matar tengo yo>>.
Puesto en facha disparó,
retumba el monte al estallo,
Michín maltrátase un callo
y se chamusca el bigote;
pero tronchado el cogote,
cayó de redondo el gallo.

  Luego a robar se encarama,
tentado de la gazuza,
el nido de una lechuza
que en furia al verlo se inflama.
Mas se le rompe la rama,
vuelan, chambergo y puñal,
y al son de silba infernal
que taladra los oídos
cae dando vueltas y aullidos
el prófugo criminal.

  Repuesto de su caída
ve otro gato, y da el asalto.
<<¡Tocayito, hága usted alto!
¡Deme la bolsa o la vida!>>.
El otro no se intimida
y antes grita; <<¡Alto el ladrón!>>.
Tira el pillo, hace explosión 
el arma por la culata,
y casi se desbarata
Michín de la contusión.

  Topando armado otro día
a un perro gran bandolero, 
se le acercó el marrullero
con cariño y cortesía:
<<Camarada, le decía,
celebremos nuestra alianza>>.
Y así fue: diéronse chanza,
baile y brandy, hasta que, al fin,
cayó rendido Michín
y se rascaba la panza.

  <<Compañero, dijo el perro,
debemos juntar caudales
y asegurar los reales
haciéndoles un entierro>>.
Hubo al contar cierto yerro
y grita y gresca se armó,
hasta que el perro empuñó
a dos manos el garrote:
Zumba, cae, y el amigote
medio muerto se tendió.

  Con la fresca matinal
Michín recobró el sentido
y se halló manco, impedido,
tuerto, hambriento y sin un real.
Y en tanto que su rival
va  ladrando a carcajadas,
con orejas agachadas
y con el rabo entre piernas
Michín llora en voces tiernas
todas sus barrabasadas.

  Recoge su sombrerito,
y bajo un sol que lo abrasa,
paso a paso vuelve a casa
con aire humilde y contrito.
<<Confieso mi gran delito
y purgarlo es menester,
dice a la madre; has de ver
que  nunca más seré malo.
¡Oh, mamita!, dame palo,
¡pero dame qué comer!>>.

Rafael Pombo

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